Derecho ConcursalRefinanciación de deudas: En qué consiste la consolidación o reunificación

9 de enero de 20180

Ventajas e inconvenientes

 

La consolidación o reunificación es un tipo de refinanciación de deudas, un recurso para poner algo de orden cuando se tiene un número importante de deudas. La consolidación o reunificación de créditos consiste en transformar una serie de pagos dispersos con plazos de amortización e intereses distintos en una sola cuota. Aunque esta medida en un primer momento puede suponer un desahogo mes a mes, la reunificación de la deuda suele conllevar un sobrecoste.

Como la consolidación o reunificación de deudas no equivale a un pago total de la deuda, sino que el importe de la deuda permanece, quienes consideren que no van a poder hacer frente a sus obligaciones crediticias deben plantearse otras opciones, como quizás una renegociación con sus acreedores, medida que es más proporcional y económica.

 

Reestructuración de deudas: ¿Cómo se reunifica una deuda?

 

Se consigue mediante un nuevo préstamo con especial atención a que el nuevo tipo de interés no reste atractivo al cambio.

A continuación, El dinero obtenido se usa para liquidar los créditos anteriores, empezando siempre por los de tipos de interés más alto.

Una vez realizada esta operación de transferencia de deuda, solo queda seguir amortizando el nuevo préstamo hasta saldarlo.

 

¿En la reunificación de deudas son todo ventajas?

 

Depende de los siguientes factores:

  • Cuál sería el importe de la cuota mensual.
  • Qué intereses y comisiones se pagarían.
  • Cuánto tiempo se tardaría en saldar la deuda resultante.

Un aspecto esencial a nuestro juicio a la hora de tomar la decisión de reunificar o consolidar las deudas es que haya una mejora del tipo de interés. En dicho caso, existirá un ahorro de dinero, sobre todo, cuando gran parte de la deuda previa se ha contraído haciendo uso de tarjetas de crédito, ya que la tasa de interés y comisiones de estas suele ser muy superior a la de otros tipos de préstamos.

Si los intereses del préstamo de reunificación o consolidación de deudas resultan superiores a los de la deuda ya contraída, acogerse a esta opción no resultaría nada aconsejable.

Algunas entidades esconden estos costes ofreciendo en el nuevo préstamo un plazo de amortización más largo, lo que supondría una reducción de la cuota mensual, pero un incremento de la cantidad total que se adeuda. O puede incluso que, se ofrezcan tasas iniciales bajas inicialmente y que estas vayan aumentando de manera gradual durante el periodo de vigencia del préstamo. Las cláusulas de este tipo pueden suponer un alivio momentáneo para personas con problemas de liquidez, pero no hay que perder de vista que el saldo financiero que arrojan suele ser negativo.

Sin embargo, como regla general, es preferible optar por cuotas mensuales más altas y periodos de amortización más breves, siempre que las circunstancias lo permitan, ya que, como en cualquier proceso de financiación, más tiempo se acaba pagando siempre con más dinero.

 

¿Qué modalidades existen?

 

Préstamo asegurado con garantía hipotecaria. Se trata de un préstamo en el que se ofrece una vivienda en propiedad como aval. Es muy probable que esta opción implique también el acceso a tipos de interés más bajos, pero supone el riesgo de perder la vivienda en caso de que no se pueda hacer frente a los pagos de las cuotas. Las viviendas o avales a veces son propios o en muchas ocasiones, corresponden a familiares que actuarían como “hipotecantes” no deudores.

Préstamo personal de consolidación con tipo fijo. Es el menos frecuente, aunque no siempre resulte fácil de obtener. Tiene la ventaja de ser cien por cien previsible, dado que el tipo de interés no variará durante el periodo de amortización. Si el principal aliciente a la hora de recurrir a la consolidación es ordenar las finanzas, esta sería la opción más recomendable.

 

¿De qué depende el éxito de una consolidación o reunificación de deudas?

 

Independientemente de la opción que se elija, y antes de tomar una decisión, es fundamental conocer cuál es nuestra capacidad de endeudamiento, es decir, cuál es el capital máximo por el que nos podemos endeudar sin poner en peligro nuestra salud financiera. Los expertos calculan que el límite de la capacidad de endeudamiento de una persona se sitúa entre un 35 y un 40 % de sus ingresos netos mensuales y no existe ninguna razón que aconseje superar dichos umbrales.

Nuestra empresa de reestructuración de deudas, Deudali, está a tu disposición para este y más asuntos. Te asistimos en todos los procesos.

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